En un nacimiento, el coste de la cama era más importante que el peso del bebé, y, tras un matrimonio, la novia permanecía junto al lecho el día después de la boda para recibir visitas y felicitaciones. Las colgaduras negras anunciaban el luto que, a su vez, se expresaba con estancias prolongadas en la cama. En Inglaterra, una reina viuda, por ejemplo, debía permanecer seis semanas postrada en el lecho y, a partir de ahí, la escala decrecía.