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El libro de todos los libros, Roberto Calasso
es
Knjige
Roberto Calasso

El libro de todos los libros

  • Zakarias Zafraje citiraoјуче
    . La carga más pesada era la omnipresencia divina, que se cernía sobre cualquiera, como si todos fueran una tropa a sueldo. Era esta una de las verdades incontrovertibles que Yahvé no quería decir, pero a Job le permitió el privilegio de enunciarla.
  • Zakarias Zafraje citiraoјуче
    Rodeado por sus nuevas y abundantes propiedades, Job sabía que ya no podía ni debía levantar una cerca. Por supuesto, sus catorce hijos varones no eran los siete que murieron un día. Pero la justicia divina nunca es un intercambio de equivalentes, porque los equivalentes son solo ficticios, una invención de algunos hombres. La justicia divina no puede ser más que un intercambio de excedentes, desde lo invisible y hacia lo invisible.
  • Zakarias Zafraje citiraoјуче
    No divergía ni se alejaba de lo que Nietzsche dijo un día a propósito del eterno retorno: si de la existencia se acepta un instante, hay que aceptarla en todos los instantes.
  • Zakarias Zafraje citiraoјуче
    Esto le dijo Satanás a Yahvé, en presencia de los «hijos de Elohim». Satanás podía mezclarse con ellos porque él era uno de ellos.
    Y, ante ellos, Yahvé no podía apelar a argumentos que disolvieran el misterio de la fortuna de los malvados y de los sufrimientos de los justos. Porque estos argumentos no se dan. Los hombres tenían que vivir dentro de ese misterio, sin pretender que se desvelase. Entonces Yahvé habló con una epifanía, que se expandía en lo ilimitado. No se requería nada menos. Simone Weil habló de ello en unas pocas líneas subrayadas de su «Cuaderno XI», escrito en Marsella en 1942: «El orden del mundo está hecho para nosotros, para hacernos aceptar el sufrimiento, y se extiende a lo que no conocemos, porque tiene para nosotros un uso solo en la medida en que está fuera de nosotros, indiferente a nosotros. Job»
  • Zakarias Zafraje citiraoјуче
    A ojos de Satanás, Job era el ejemplo de quien puede pasar toda su vida al lado del mal sin que este lo roce, como si hubiese «una barrera a su alrededor, alrededor de su casa y de todo lo que posee». Esto le resultaba intolerable a Satanás, que recorría sin cesar todos los rincones de la tierra. Sabía muy bien como está hecho el mundo
  • Zakarias Zafraje citiraoјуче
    se habría revelado inadecuado como patriarca de los hijos de Israel. La sustitución tenía que ser un regalo de Yahvé, no una invención de los hombres. Si Abraham hubiera podido sustituir a Isaac por un carnero, si Abraham hubiera contado con que el ángel lo detendría, desde ese momento todo podría haber sido reemplazado por todo. Y nadie hubiera pensado de modo diferente, porque la sustitución era una compañera constante de la mente, comenzando con la palabra, que se funda en la sustitución. Si ese acto se hubiera interpretado como pura sagacidad humana, el mismo Yahvé, al final, habría quedado desautorizado. Con la sustitución, los hombres sabían que podían llegar muy lejos sin necesidad de ayuda. Yahvé quiso desilusionarlos inmediatamente, de la manera más cruel y eficaz. Así Abraham se confirmó como el primero de los patriarcas.
  • Zakarias Zafraje citiraoјуче
    Si Abraham, después de tres días de marcha meditabunda hacia el Monte Moriá, después de despedir a los dos criados que los habían acompañado, porque no debían ser testigos, y después de haber amontonado junto a Isaac la leña para el fuego que debía quemarlo, atado en el altar, si Abraham hubiera pedido entonces a Yahvé la gracia de sustituir a Isaac por un carnero que buscaría en los alrededores, y si Yahvé lo hubiera admitido, desde ese día Abraham habría podido atribuirse la iniciativa de haber propuesto la sustitución. Y con eso habría fallado en la prueba a la que Yahvé lo había sometido y
  • Zakarias Zafraje citiraoпре 3 дана
    soy Yahvé, que te saqué de Ur de los Caldeos para darte este país en propiedad», la respuesta fue: «Adonai Yahvé, ¿cómo puedo saber que voy a poseer todo esto?». Era la duda sobre la elección, la más fuerte de todas las dudas. Y podía parecer una pregunta recelosa e insolente, como se le reprocharía a Abraham a lo largo de los siglos. Pero Yahvé no lo entendió así. Ordenó inmediatamente los preparativos para sellar –o «cortar», que significa lo mismo– la primera alianza con Abraham.
    Más de veinte años después, llegó el momento de otra pregunta, y esta vez fue el mismo Abraham quien se asustó de su atrevimiento: «¡Heme aquí, decidido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza!». Este era el signo diferenciador: si el polvo y las cenizas no podían dirigirse a su Señor, podrían seguir siendo lo que eran y toda la historia podría ser historia natural. Pero, si podían hablar, entonces también la elección y la consiguiente intimidad con el Señor eran posibles.
  • Zakarias Zafraje citiraoпре 5 дана
    el pacto requería la presencia de sangre derramada. Quienes pactaban debían cortar en dos una víctima inmolada y pasar entre las dos mitades de su cuerpo ensangrentado. No había pacto si no venía precedido de un sacrificio cruento. Y los dos que pactaban formaban parte del sacrificio hasta tal punto que debían pasar por el medio, como si fueran ellos mismos la víctima. Según Dhorme, ello obedecía a la necesidad de «identificarse con las víctimas y asumir su suerte en caso de que se violaran los compromisos contraídos». Esta interpretación constituía ya una forma de transferir el rito a un contexto legal, que garantizara las consecuencias del acto. Lecturas modernizantes y eufemísticas. Mucho más significativa era la premisa del acto mismo: la muerte de una víctima y su sangre. Sin esos preliminares, en los que se mataba un animal –un «ternero que han cortado en dos», en palabras de Jeremías–, el pacto no habría podido cerrarse.
  • Zakarias Zafraje citiraoпре 5 дана
    El pacto entre Yahvé y Abraham tuvo lugar entre animales ensangrentados cortados en dos: una novilla, una cabra, un carnero, una tórtola y una paloma. Los buitres volaban alrededor de los cadáveres. Abraham los ahuyentaba. Luego, al caer el sol, se sumió en un sueño angustioso. Vislumbró la oscuridad del futuro. Yahvé había hablado también de «cuatrocientos años de esclavitud y opresión». Bien entrada la noche, «un brasero humeante y una antorcha de fuego pasaron entre los pedazos de las víctimas». Para crear una alianza hay que cortar algo –las víctimas– y atravesarlo por la mitad. Los trozos de los animales sacrificados están dispuestos a ambos extremos del altar. Pero ¿cómo se puede atravesar el centro de un altar que es de piedra? Es necesario que el fuego pase por el medio. Entonces Yahvé habló de nuevo y «estableció un pacto con Abraham», que un día sería llamado «el pacto de los animales cortados». A este pacto Yahvé añadió pronto otra condición: un corte que debía grabar el cuerpo de todo varón, «incluso el del extranjero que has comprado con dinero»: la circuncisión.
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