Bajo una primera impresión, parece que la lógica capaz de gestionar este exceso de datos y descomunales números no puede ser sino estadística. Solo ella puede manejar y operar conjuntos numéricos de los que inferir resultados basados en probabilidades. Dicha razón no solo es descriptiva, sino que también es predictiva y diría, incluso, performativa, llegando hoy a contribuir en el «diseño de verdades» y, especialmente, a asentar formas de valor. La más evidente es la equivalencia entre «lo más visto, compartido, enlazado o difundido» y «lo más valioso», hermanando una revitalizada lógica del poder de las audiencias y el espectáculo con la estadística.