Sin que pueda estimarse ningún vínculo en términos de antecedente, de influencia o de proyección, creo que es posible trazar una línea que tenga como punto de partida “Las brigadas de choque”, de Raúl González Tuñón, de 1935, y viaje, limpia, hacia dos poemas más o menos contemporáneos: La ciudad, de 1979, y “Cadáveres”, de Néstor Perlongher, de 1982