Para estas tribus, los pájaros eran los espíritus de las mujeres muertas y, en el encadenamiento evidente, se puede intuir una explicación: las aves que surcan el cielo también rozan el sol, esa bola en llamas que arde en su opulencia y que tiene pequeñas repeticiones en el fuego, uno de los más grandes peligros en la tierra. Balan. Balan.