Oficio de tinieblas

Oído duro, pecho indiferente, mano cerrada.

no como el tzotzil que se dice también en sueños,

Pero tampoco los recién venidos entendieron cabalmente el enigma de las ovejas

Pero después, cuando las compañeras con las que hilaba Catalina,

se inclinó cierto día a contemplar la tierra de los hombres.

cuando sus ojos se apaciguaron y su vientre se hinchió como una troje repleta, entonces Catalina palpó sus caderas baldías, maldijo la ligereza de su paso y, volviéndose repentinamente para mirar tras de sí, encontró que su paso no había dejado huella

Por eso fue necesario que más tarde vinieran otros hombres. Y estos hombres vinieron como de otro mundo

El edificio es blanco, tal como San Juan Fiador lo quiso. Y en el aire —que consagró la bóveda— resuenan desde entonces las oraciones y los cánticos del caxlán; los lamentos y las súplicas del indio

De acuerdo con la manera de vivir y concebir el mundo, a los chamulas les era imposible conquistar la ciudad enemiga

con las que acarreaba el agua y la leña, empezaron a asentar el pie más pesadamente sobre la tierra (porque pisaban por ellas y por el que había de venir),