Los ojos de la mama Doma sobre nuestros cuerpos cuando almorzamos todos juntos sentados en el comedor, o mejor dicho, todas juntas sentadas en el comedor, porque los papis nunca están. Están los ojos de la mama Doma mirando sigilosa cada uno de mis pasos, me da miedo hacer crujir las tablas del piso cuando camino, porque siento sobre los huesos del cuello la mirada de la partera Doma, que es a su vez la mirada de Dios sobre mi cuerpo.