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Knjige
Alberto Salcedo Ramos

Botellas de náufrago

  • Cristian David Hernandez Chavesje citiraoпрошле године
    El hombre estrenó su imaginación cuando inventó formas de arrimarse a los seres lejanos por medio del lenguaje. Al principio utilizó señales de humo, luego apeló a espontáneos mensajeros de vereda, después buscó ayuda entre los rapsodas. También mandó razones con jinetes, con centinelas de barco, con auxiliares de tren.
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    Lo que sí recuerdo nítidamente es que veíamos la telenovela en compañía de Natividad Morales, una de esas empleadas domésticas que habían ido a Venezuela a ahorrar en bolívares para después regresar a San Estanislao a arruinarse en pesos colombianos.

    Natividad, que había visto Esmeralda en Venezuela, se la sabía de memoria. Cuando había un conflicto en la trama, ella lo anunciaba: “Ahora Dominga se duerme con el cigarrillo prendido y el rancho se le quema”. A mí me maravillaba eso. Yo sabía que ella no tenía el don de la adivinación sino que había vivido muchos años en Maracaibo. Sin embargo, me gustaba que pareciera bruja. Todo lo que anticipaba, sucedía.
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    A comienzos de los años setenta, cuando yo era niño, vivía en San Estanislao, un pueblo caliente y arenoso del norte de Bolívar.

    Allí, a diferencia de lo que sucedía en otras partes de Colombia, no se vivía el “sueño americano”. Los habitantes, campesinos en su mayoría, soñaban con irse para Venezuela a trabajar como ordeñadores en los hatos ganaderos o como empleadas domésticas en las casas de familia.
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    Las voces de aquellos locutores le conferían al deporte un toque mítico. Contaban proezas reales que parecían ilusorias debido a que sus protagonistas eran intangibles. Lo que vemos es profano, lo que no vemos es divino. En la Fórmula 1, Schumacher ganó más que todo el mundo, pero se dejó ver mientras ganaba y por eso fue apenas un gran campeón. Juan Manuel Fangio fue un Dios porque les hizo sentir su omnipotencia a miles de fanáticos que no podían verlo.
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    Habitamos en un mundo encriptado, digo, pero somos incapaces de retener las claves que nosotros mismos inventamos.
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    Hay que ver el montón de personas que buscan un dios como simple pastillita dominical para aliviar sus conciencias, personas que se dan golpes de pecho en nombre de la misericordia y después maltratan al subal-terno débil o cuentan sin ruborizarse el dinero que ganaron en forma tramposa.
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    No digo que viva sin problemas, ni que sea un sabio enterado de cómo se debe vivir, ni que carezca de frustraciones. Digo, simplemente, que a pesar de mis limitaciones, a pesar de las adversidades y a pesar de los muchos propósitos malogrados, sé defenderme con el sentido del goce que aprendí en casa.
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    Crecí en una región hedonista donde se le concede mucho valor al gozo del instante. Nuestras abuelas nos decían que lo que no se va en lágrimas, se va en suspiros. Entonces, ¿por qué buscarle al cuerpo males que no ha pedido en vez de obsequiarle un fandango bajo la luna?
  • Cristian David Hernandez Chavesje citiraoпрошле године
    A mí, por fortuna, mi madre me enseñó a tiempo que los brazos, pesados como plomo cuando están comandados por los prejuicios, se vuelven alas gráciles cuando solo le hacen caso al amor.
  • Cristian David Hernandez Chavesje citiraoпрошле године
    Abrazar de verdad es una experiencia muy honda, no un asunto relacionado con protocolos. Si abrazamos de dientes para afuera a todo el mundo al final no abrazamos del pecho hacia adentro a nadie, ni siquiera a la gente a la cual queremos.
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