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Knjige
Nikos Kazantzakis

Zorba el griego

  • Jeanette Ruiz Gonzálezje citiraoпре 6 година
    ¡Qué amarga pócima tener que separarse poco a poco de los seres queridos; mejor sería cortar de cuajo y quedarse de nuevo solo, en el ambiente que es connatural al hombre, la soledad!
  • Juan Carlos Francoje citiraoпре 3 дана
    Siempre, en el ocaso de toda civilización, así termina, con juegos de prestidigitación de gran maestría—poesía pura, música pura, pensamiento puro—, la agonía del hombre. Del último hombre, huérfano de toda fe e ilusión, que ya no espera nada, ya no teme nada, toda su tierra se redujo a espíritu y el espíritu ya no tiene dónde echar sus raíces para chupar y nutrirse… El hombre se ha vaciado, ni semen, ni estiércol, ni sangre. Todas las cosas se han vuelto palabras, todas las palabras, malabarismos musicales, y al fin se queda sentado al borde de su soledad, descomponiendo la música en mudas ecuaciones matemáticas.
  • Juan Carlos Francoje citiraoпре 3 дана
    Igual que en las religiones que han perdido el aliento los dioses acaban siendo motivos poéticos, ornamentos para engalanar la soledad humana y las paredes, así era aquella poesía. El turbio deseo del corazón, lleno de tierra y de simientes, había acabado siendo un estéril juego intelectual, arquitectura del aire.
  • Juan Carlos Francoje citiraoпре 4 дана
    ¿Quién creó este dédalo de incertidumbre, este templo de arrogancia, este cántaro de pecados, este campo sembrado de hierba-escándalo, esta boca del Infierno, esta panera repleta de artimañas, este veneno que semeja miel, esta cadena que ata a los mortales a la tierra: la mujer?
  • Juan Carlos Francoje citiraoпре 5 дана
    ¡Cómo cambia el alma del hombre, dependiendo del clima, del silencio, de la soledad o de la compañía! Los seres humanos me parecen, desde mi soledad de aquí, no hormigas, como seguramente pensarás, sino todo lo contrario: megaterios, dinosaurios y pterodáctilos que viven en una atmósfera saturada de ácido carbónico y una densa podredumbre cosmogónica. Una jungla incomprensible, absurda y lamentable. Las nociones de «patria» y «raza» que tanto te gustan, las nociones de «supranación» y «humanidad» que me han seducido, adquieren el mismo valor bajo el soplo todopoderoso de la destrucción. Sentimos que nos han dado cuerda para decir algunas sílabas, a veces ni siquiera sílabas, voces inconexas, un «¡a!», un «¡u!», y luego reventamos. Y aun las ideas más grandes, si les abres la panza, ves que también son títeres, rellenos de paja, y hundido entre la paja, un resorte de hojalata.
  • Juan Carlos Francoje citiraoпре 5 дана
    Confucio dice: «Muchos buscan la felicidad por encima del hombre; otros por debajo; pero la felicidad tiene la talla del hombre».
  • Juan Carlos Francoje citiraoпре 9 дана
    «¿Por qué lloras, abuelo?», le pregunté un día. «¿Es como para no llorar, hijo, que me esté yo muriendo, y deje atrás tanta muchacha bonita?».

    Zorba suspiró.

    —Ay, pobre abuelo—dijo—, ¡y cómo te entiendo! A menudo me digo a mí mismo: «¡Ay! ¡Ay! ¡Si todas las muchachas bonitas se murieran al mismo tiempo que yo!». Pero las muy cochinas vivirán, se divertirán, serán abrazadas y besadas, y Zorba se habrá vuelto tierra, ¡me pisarán!

    Cf. Los fans

  • Juan Carlos Francoje citiraoпре 9 дана
    Buda se había liberado y la felicidad suprema lo había subsumido después de siete años de agonía. Y de tanta felicidad, a derecha e izquierda de su frente las venas temporales se habían hinchado tanto, que se habían salido de la piel, transformándose en dos vigorosos cuernos retorcidos, como dos resortes de acero.
  • Juan Carlos Francoje citiraoпре 9 дана
    Infinito el mar, hasta las alejadas costas africanas. De tanto en tanto soplaba un tórrido viento del sur, el lebeche, proveniente de aquellas lejanas y ardientes arenas. El mar olía, por la mañana, a sandía, al mediodía exhalaba vapores, se erizaba cubriéndose de pequeños senos incipientes, y por la tarde suspiraba rosado, tinto, berenjena, índigo.
  • Juan Carlos Francoje citiraoпре 10 дана
    «Todo tiene un sentido oculto en este mundo», pensé. Todo, hombres, animales, árboles, estrellas, son jeroglíficos, y dichoso aquel—o desgraciado de aquel—que comience a deletrearlos para adivinar qué dicen… Cuando los ves, no entiendes; crees que son hombres, animales, árboles, estrellas; sólo después de años, ya muy tarde, captas el significado.
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