Archivo agonía

Resulta irónico, sin duda, que la vida nos enseñe a morir bien y, en medida de lo posible, nos conduzca también a aprender a seguir viviendo tras los efectos de la muerte. Así es la vida.

El pacto de ficción de la fotografía, ese que nos conduce a imaginar que la foto es un duplicado del mundo, nos instiga a percibir que estas vetas de gris y blanco son fuego. Es tal la potencia del pacto, que incluso duele ver esta imagen. Casi se escucha el fuego, casi olemos la gasolina que salió del bidón que la contuvo, casi oímos el cuerpo moverse ligeramente entre las llamas. Sentimos la llamarada en el aire. No podemos acercarnos. Quema. Esta imagen contiene un engaño doble: nos hace creer que la muerte constituye un instante y construye la fantasía de que el fuego gris es llama viva. La foto nos empuja a la simulación. No podemos percibir la verdad de este cuerpo ígneo. Sólo tenemos fragmentos. Cortes. Suspensiones. Sólo podemos explorar la fotografía dentro de sus propios límites.

La cámara ha hecho que estas llamas se estanquen de forma antinatural. Ha transformado el matiz cromático. La cámara interrumpe el movimiento. En la foto, la realidad es de otro color.

En la fotografía no vemos fuego, aunque lo imaginemos. Vemos luz pasmada sobre papel. Matices de gris, blanco y negro. En nuestra imaginación se construyen como fulgor, pero lo que vemos no es lumbre. Es una gama de lo cenizo. El fuego evoca en nuestra mente amarillos, anaranjados, rojos. Aunque lo que vemos es negro, gris, blanco.

El sacrificio se basa en eso. Entrega una vida, buscando un efecto. La hoguera es el conducto mediante el cual se transfiere el objeto que se ofrenda, el medio a través del cual se construye una conexión con los dioses, a quienes se hace un pedido, se ruega misericordia

Resulta crucial recordar que, de cierto modo, la inmolación es pariente cercana del sacrificio antiguo, cuyo proceso elemental involucra entregar la ofrenda al fuego.

Hace poco leí en las noticias sobre un caso en México, en Chiapas, donde un joven se prendió fuego como forma de resistencia, exigiendo la liberación de su tío injustamente encarcelado.

Me acuerdo de haber escuchado hace años sobre una serie de personas que protestaban en Bulgaria y se prendieron fuego. Por supuesto, es bien conocida la autoinmolación de Jan Palach como forma de protesta contra la invasión de Checoslovaquia por parte de los soviéticos.

Aunque el instrumento máximo de testimonio capte una parte del suceso, la experiencia de observarlo es otra cosa. Se trata de una dimensión visual que es irreproducible, incluso por medio de la narración.

su gesto de bajar la cámara demuestra que hay cosas que no se pueden registrar fotográficamente.