Archivo agonía

Resulta irónico, sin duda, que la vida nos enseñe a morir bien y, en medida de lo posible, nos conduzca también a aprender a seguir viviendo tras los efectos de la muerte. Así es la vida.

La lentitud me avasalla. La edad y la fragilidad me atosigan. De ninguna manera retengo la energía de mi juventud. Pero no es sólo el paso del tiempo lo que me abruma, sino sus mañas.

En cambio, la vida sucede en ráfagas, repentinas explosiones de estímulos sensoriales que solemos llamar anécdotas.

El hombre viejo e imperturbable de la imagen es Kurt Vonnegut,

Quizás esa experiencia del horror sea la raíz de su candor.

Tu respuesta a mi primer mensaje había sido un consuelo. Sentí infinita gratitud ante tus palabras y me dieron ánimos de seguirte escribiendo

Se sabe sólo esto: su maleficio o su fortuna empieza con el intercambio. En la ida y la vuelta. Sí, estamos condenados.

Y cuando se le agrega propósito y significado a la repetición, se llega al ritual.

En realidad nunca pensó en convertir todo esto en un libro, ni pensó jamás que sus experimentos podían constituir algún tipo de arte plástico. Los canarios eran un ejercicio teórico y metodológico para ella, una herramienta, un instrumento de pensamiento. Los cuadernos negros eran el método de documentación de ese pensamiento.

Ahí fue que me di cuenta de que los muertos también nos echan de menos a los vivos. Que ellos nos pierden tanto como nosotros les perdemos.