Ojos azules

el mundo entero se había puesto de acuerdo en que una muñeca de piel rosada, cabello amarillo y ojos azules era lo que toda niña consideraba un tesoro.

Algunos hombres son sólo perros.

cuando pienso en el otoño, pienso en alguien con manos que no quiere que yo muera.

Por los ruidos cloqueantes que emitían los adultos, yo sabía que aquella muñeca representaba lo que ellos creían que era mi más preciado deseo. A mí me dejaba estupefacta tanto la cosa en sí como el aspecto que tenía. ¿Qué se esperaba que hiciese yo con ella? ¿Fingir que era su madre? No me interesaban ni los bebés ni el concepto de maternidad.

Si algún adulto capacitado para satisfacer mis deseos me hubiese tomado en serio y preguntado lo que quería, habría sabido que yo no quería tener nada, no quería poseer ningún objeto. Deseaba más bien sentir algo el día de Navidad

En esta casa hace un frío de teta de bruja

la falta de alegría apesta y lo invade todo

La aflicción coloreada por los verdes y azules de la voz de mi madre se llevaba toda la pena de las palabras y me dejaba con la convicción de que el dolor no sólo era soportable, sino grato.

sabiendo, incluso cuando ya lo había aprendido, que el cambio era una adaptación, no una mejora.

Siendo una minoría tanto por casta como por clase, nosotros nos movíamos de todos modos en el margen de la vida, pugnando por consolidar nuestra debilidad y permanecer allí, o por trepar sin ayuda hacia la sólida parte central.