Calle de sentido único

Quien rehúye el contacto con el día, sea por temor a los humanos, sea para íntimo recogimiento, no quiere comer y desprecia el desayuno. De ese modo evita la quiebra entre el mundo nocturno y el diurno

es que únicamente estando en comunidad se hace justicia a la comida, ya que para que ésta sea de provecho ha de partirse y repartirse.

He aquí la objeción de mayor peso al modo de vivir del solterón: que come solo, y este comer a solas fácilmente endurece y embrutece

La idea de la lucha de clases puede inducir a error. No se trata de una prueba de fuerza que dirime la cuestión de quién vence y quién pierde ni de un pugilato tras el cual el vencedor está bien, y el perdedor, mal. Pensar así sería encubrir los hechos con ideas románticas, pues la burguesía, salga victoriosa o derrotada de la lucha, está condenada al ocaso a causa de sus contradicciones internas, que serán letales para ella a lo largo de la evolución

Apenas comenzamos a orientarnos, el paisaje desaparece de golpe, como la fachada de una casa cuando entramos en ella.

planta de hoja perenne. Si surge un obstáculo en la unión, acude al poco tiempo la fantasía de una vida en común libre de deseos en la vejez.

flor de cactus. El verdadero amante se alegra cuando el ser amado discute sin tener razón.

A una persona solamente la conoce quien la ama sin esperanza.

Quien contempla la salida del sol despierto y vestido –por ejemplo, en una caminata– conserva durante todo el día ante los demás la superioridad de un ser tocado con una corona invisible; y aquél a quien el sol naciente sorprende mientras trabaja se siente al mediodía como si él mismo se hubiera puesto la corona.

torso. Sólo quien pueda considerar su propio pasado como un producto de la coerción y de la necesidad será capaz de sacarle el máximo partido en cualquier situación presente. Y es que lo que uno ha vivido es, en el mejor de los casos, comparable a la hermosa estatua que, mutilada de todos sus miembros al ser transportada, ahora no ofrece más que el precioso bloque en el que ha de esculpirse la imagen de su futuro.