—No quería ponerme en plan acosador y eso… —Diría que se estaba sonrojando un poco—. Hay una fiesta este finde en la casa de Wade. Y quería saber si lo sabías.
Bajé la mirada y me moví.
—Ahora sí.
—Cierto. —Se pasó una mano por el pelo rapado y soltó una carcajada—. Lo que quería decir es que estaría guay que vinieses.
El estómago me dio un vuelco y empecé a sudar mientras sujetaba la portada satinada de la revista. ¿Me estaba pidiendo salir? ¿Quizá? No lo sabía. Lo único que sabía era que Byron era el típico vecino mono. Bueno, a lo mejor «mono» era un eufemismo. Era alto, los músculos se le marcaban por todas partes por estar en el equipo de lacrosse y tenía el pelo castaño oscuro y unos ojos verdes y penetrantes.
Y, por lo que yo sabía antes de salir de clase, no estaba soltero.
—Pero ¿tú no tenías novia? —espeté, y al instante me arrepentí.
—Ya no. —Miró mi móvil, que pendía precariamente entre mis dedos resbaladizos, como si estuviera considerando pedirme mi número—. Entonces, ¿nos vemos el viernes?
Solo pude asentir y ver cómo se marchaba con aire fanfarrón junto a su amigo Danny.
«Ya no».
¿Qué había querido decir con eso?
El pánico se mezcló con la emoción e, incapaz de identificar cuál estaba ganando, envié otro mensaje a toda prisa.
Yo: Se convoca reunión de emergencia. Quedamos en mi casa mañana.