Cuando no escuchamos correctamente, terminamos recibiendo una comprensión errónea de lo que el orador está tratando de compartirnos. Esto puede llevarnos a hacer suposiciones que no contienen cabida, a desacuerdos innecesarios y evitables, frustración y conflictos entre el oyente y el orador. Si en cambio damos a las personas espacio y tiempo para ser plenamente comprendidos a través de escuchar pacientemente y con toda nuestra atención, podemos tener una comunicación mucho más eficiente y eficaz