El problema de ser demasiado bueno

Sin embargo, cumplir con el deber no le hace a uno bondadoso. Solo lo hace obediente. Para que exista bondad hay que actuar haciendo el bien, aunque sea a costa de desobedecer. Y el bien no es solo para uno mismo, sino siempre para un bien mayor. Por cumplir con el deber se han realizado atrocidades y se justifican aún guerras y fundamentalismos de todo tipo.

Ya no «somos», sino que nos convertimos en lo que se espera que seamos

El mundo sería mucho mejor para todos si funcionara según nuestra percepción, ¿verdad? Con lo bien que nos apañamos solos. Sin embargo, muchos aspectos de nuestro comportamiento son ciegos, porque no podemos vernos a nosotros mismos. Del mismo modo, nuestra verdad basada en creencias no es la única. Cada persona cree en lo que cree y construye la realidad en la que vive. Hay tantas realidades como personas. El problema es esperar que el otro viva mi realidad. Lo más difícil, sobre todo, es comparar realidades.

Yo soy yo, y tú eres tú.
Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas,
ni tú lo estás para cumplir las mías.
Si por el camino podemos encontrarnos, será fabuloso.
Si no, no tiene remedio.

Con las relaciones debería ocurrir lo mismo. Nos permiten descubrir al otro sabiendo que nunca alcanzaremos toda su extensión, excepto en algunos momentos de fusión, instantes en los que parece que somos la misma piel y el mismo corazón. Algunas veces tocaremos la eternidad, otras los límites de la realidad. Aceptar esa oscilación también es una manera de abordar la angustia de querer ser nosotros mismos y serlo junto a los demás.
Para ello debe existir una condición, seguramente la más difícil de todas. Establecer relaciones desde la libertad. En una relación consciente no solo se respetan los límites y se atienden los permisos y necesidades. No es solo una contribución a la felicidad del otro ni sentir compasión por él cuando sufre.

Una pareja o relación consciente es aquella en la que cada uno se ha liberado de las imágenes, sombras y heridas que arrastra de su pasado. Quererte libre es haberme liberado de los prejuicios hacia ti, como tú de los tuyos hacia mí. Es entonces cuando la pareja es libre, se vive desde la libertad y ama ser libre con el otro.

A muchas personas les cuesta poner límites. Les parece que restringen la relación, que la coartan o que no les permite ser espontáneos. Suelen ser personas que practican una especie de confianza «ciega», que creen que «todo el mundo es bueno» y que no hay nada más bonito que acercarnos, más que alejarnos. Dicho de otro modo, no tienen una conciencia clara de los límites.

que, de nuevo, todo dependerá de cómo decidamos interpretarlo y de los límites que pongamos a los condicionamientos.

Ante lo que ocurre, que yo llamo «condiciones de experiencia», que se manifiestan en forma de sucesos concretos, nuestra personalidad creará, interpretará y responderá dependiendo del estadio de conciencia que hayamos adquirido, que se traduce en un filtro, un mapa personal o la visión que tenemos del mundo, de los demás y de nosotros mismos. De este modo solemos decir que la realidad personal la generamos nosotros mismos.

Una forma de entender la vida es observar su funcionamiento de forma entrelazada. Todo está conectado y en su movimiento constante crea condiciones de experiencia. A veces las condiciones nos favorecen y otras no. A veces todo funciona según nuestras expectativas y otras al revés de lo que esperábamos. Formamos parte del entrelazamiento del mundo y, por tanto, somos vulnerables a contingencias y sincronicidades.