es
Knjige
Solvej Balle

El volumen del tiempo I

Una deslumbrante exploración sobre la memoria, el amor, la soledad, la monotonía y la libertad de decisión.
Tara Selter y su marido Thomas viven en Clairon-sous-Bois y son libreros anticuarios especializados en libros ilustrados del siglo XVIII. El 17 de noviembre Tara se despide de su esposo y viaja a Burdeos para asistir a una subasta. A última hora de la tarde toma un tren de Burdeos a París y se aloja en el hotel de siempre, situado en la rue Almageste, donde hay muchas librerías anticuarias. Su plan es dedicar los dos días siguientes a visitar a colegas y realizar más compras para su negocio. El 18 de noviembre va a una de esas librerías y se quema la mano con una estufa de gas. De vuelta en el hotel se lo cuenta a Thomas por teléfono y se acuesta.
Y entonces sucede algo inaudito: al despertarse por la mañana en el hotel, no tarda en descubrir que continúa en el 18 de noviembre. Su marido no es consciente de ese bucle temporal y es inútil intentar explicárselo. Solo ella parece percatarse de que están atrapados en un día que se repite hasta el infinito. Y solo ella parece sometida al paso del tiempo: su quemadura sana, lo cual quiere decir que −a diferencia de los demás− ella sí envejece. Y Tara, que es la angustiada narradora de su propia historia, se va quedando cada vez más aislada en un tiempo sin tiempo…
Utilizando los mimbres de la ciencia ficción, la autora nos propone una deslumbrante exploración de la memoria, el amor, la soledad, la monotonía y la libertad de decisión. Este libro es la primera entrega de un ambicioso proyecto consistente en siete volúmenes, de los que ya han aparecido cinco en su lengua original. Todavía en marcha, se ha convertido en un hito de las letras danesas y está en proceso de traducción en múltiples idiomas, de la mano de prestigiosas editoriales.
176 štampanih stranica
Prvi put objavljeno
2024
Godina izdavanja
2024
Prevodilac
Victoria Alonso
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Citati

  • Jacqueline Molina Cenje citiraoпре 3 сата
    Mejor dicho, un sistema meteorológico que hasta el dieciocho de noviembre no había registrado cataclismos.
  • Jacqueline Molina Cenje citiraoпре 3 сата
    Nuestro amor ha pertenecido siempre al ámbito microscópico. Hay algún componente de las células, algunas moléculas o compuestos que, fuera de nuestro control, se combinan por su cuenta en el aire circundante, ondas sonoras que forman armonías únicas cuando hablamos. Ocurre en el nivel atómico o de partículas todavía más pequeñas. No nos separan abismos ni distancias. Es algo muy distinto, una especie de vértigo en las células, alguna forma de electricidad o magnetismo, o puede que sea de tipo químico, no lo sé. Se trata de algo que nace en el espacio que media entre los dos, un sentimiento que se intensifica cuando nos encontramos en mutua compañía. Tal vez constituyamos un sistema meteorológico con su condensación y evaporación: estamos cerca, nos miramos, nos rozamos, nos condensamos, nos juntamos, hacemos el amor, dormimos, despertamos y volvemos a nuestra singular relación, un pacífico sistema meteorológico sin catástrofes naturales.
  • ruth09urbinaje citiraoпре 14 сати
    Thomas no deja huella en el mundo, yo lo consumo. Él representa una muestra en la casa, yo soy el monstruo de la habitación. Si entro allí, nos convertimos en dos monstruos. Lo traigo a mi mundo de monstruos y comemos por dos. Soy yo la que marco la diferencia. Él es un fantasma, y los fantasmas regresan una y otra vez. Los monstruos van por el mundo pisoteándolo y lo dejan devastado a su paso. Yo, aquí sentada en la habitación que da al jardín y a una leñera, no hago gran cosa. Aun así, estoy agotando el mundo. Mientras Thomas vive en un mundo que se restituye, yo dejo huella. Me he convertido en una criatura voraz, un monstruo en un mundo finito. Soy una plaga de langostas. ¿Cuánto tiempo podrá soportar mi presencia este pequeño mundo?

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