neutralidad frente a determinados valores significa el permiso moral para la ley del más fuerte, el refugio cobarde de los privilegios vigentes. No tomar partido por la igualdad, o negarnos la conciencia del esfuerzo y sacrificio, pasado y presente, para su avance, convierte en ilegítima la herencia democrática que el feminismo y su militancia nos han entregado.