Anna Dahlqvist

Nuestros cuerpos se celebran cuando son portadores de vida, pero la regla —que es un prerrequisito del embarazo— ha de esconderse. Los cuerpos que menstrúan pasan rápidamente de milagrosos a impuros. Manchar es señal de vergüenza.

El ciclo menstrual volvía impredecible a la mujer, una víctima del desequilibrio y el caos.

En la página web del templo leo que está abierto a quienes no profesen el hinduismo y que los peregrinos, «cualquiera que sea su casta, religión o riqueza», son iguales ante Ayyappan. Las mujeres entre la pubertad y la menopausia, por el contrario, no son bien recibidas.

En el caso del templo de Sabarimala, una de las explicaciones que se ofrecen es que el dios Ayyappan vivía en celibato. Las mujeres fértiles constituyen una tentación.

No hay razón alguna para creer que debiera ser más problemático, desde una perspectiva sanitaria, que utilizar compresas desechables, tampones o copas menstruales. El factor decisivo es cómo se tratan: cómo se lavan, se secan y se guardan.

Entre el 70 por ciento y el 90 por ciento de las personas que menstrúan sufre calambres musculares en el útero, que pueden producir dolor pélvico, náuseas, cefalea y diarrea; una cifra que justifica que el dolor menstrual sea una cuestión de salud pública.

En Estados Unidos se calcula que se pierden hasta 600 millones de días de trabajo al año por dolor menstrual,

Los síndromes premenstruales se presentan en forma de, entre otras cosas, melancolía, náuseas, ansiedad, cambios de humor, cansancio y alteraciones del sueño.

«No queríamos que se repartieran de manera gratuita, sino que las chicas aprendieran también a gastar dinero en sí mismas, para que entiendan que se lo merecen.»

2,36 billones de personas carecen actualmente de acceso a un baño. Esta cifra representa un tercio de la población mundial. 650 millones de personas carecen de acceso a agua limpia.