Pero una vez, cuando Gusten era niño, este era su mundo: la ciudad de las villas, el lago Kallsjön, las playas circundantes, las fincas que rodeaban el lago, y el bosquecillo y el sendero deportivo que discurre a la orilla de la fangosa corriente de agua que no es ni profunda ni fría ni peligrosa, ni siquiera tiene misterio, como él tan ansiosamente quería creer de niño, él y su amigo Nathan, que tenía la misma edad que él. Cuando estaban allí juntos, los dos con gorras idénticas. Cerraban los ojos y echaban a volar la imaginación