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Poner pegas a la felicidad de los demás, comentar sin trabas los secretos ajenos es el mejor desahogo a las desgracias propias.
—Un hombre hecho y derecho que vive de la pensión de una anciana vale bien poco.
Osamu, objeto de críticas de la anciana como si se tratara de su suegra a causa de lo poquísimo que ganaba, tenía que aguantarse maldiciéndola en voz inaudible: «Siempre con la misma cantinela, maldita vieja»
Osamu, objeto de críticas de la anciana como si se tratara de su suegra a causa de lo poquísimo que ganaba, tenía que aguantarse maldiciéndola en voz inaudible: «Siempre con la misma cantinela, maldita vieja»
La niña estaba pálida o, más bien, ausente. Aquello era una manifestación del instinto de defensa con que apagar el interruptor emocional, para que no la hirieran más de lo necesario en las situaciones que vivía y por los castigos que recibía.
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