Uno de los requisitos para que culmines con éxito esta aventura (aunque, por supuesto, no el único), es que puedas responder de forma rápida y sencilla a la pregunta: “¿De qué va tu libro?” Por eso, antes de lanzarte a escribir sin ton ni son, dedica un buen rato a resumir, con el menor número posible de palabras (y, en cualquier caso, con no más de una frase) qué quieres explicar.