Joyce Carol Oates

Si no fueran reales en alguna parte, no podrías escribir sobre ellas. Y nadie las reconocería. Aunque tengan otro aspecto.

Se engañan, claro está, pero la felicidad se basa en el engaño.

Porque recuerdo muy bien, cuando era niña, comprender que la lealtad de los adultos está reservada a otros adultos, no a los niños.

Porque la humanidad era el depredador más voraz y sanguinario.

En la poesía, cincelas las palabras más bellas del lenguaje. En la vida real, tartamudeas. Nunca es posible hablar con tanta belleza como quisieras.

niña de las imágenes era ella, pues durante toda mi vida sabría de mí a

El espejo es como el objetivo de una cámara, algo a lo que casi puedes amar.

Recuerda, Norma Jeane, hay que morir en el momento oportuno.

Ni el éxtasis de la locura que esa rabia alimentaría algún día, una locura caracterizada por la ambición de vengarse del mundo conquistándolo de alguna manera, de cualquier manera, en la medida en la que un «mundo» puede ser «conquistado» por un simple individuo, tanto más si ese individuo es mujer, huérfana, marginada y con un valor intrínseco en apariencia tan grande como el de un insecto en particular en u

Si era suficientemente bonita