Me gustan las personas y las ciudades que muestran las señales, las cicatrices, las prótesis, las que han pasado por el fuego purificador de la historia y se han quemado con la experiencia, hayan aprendido algo o no. Están ahí, en pie de nuevo, para enseñarnos algo. ¿El qué? Que es posible perder, incluso perderlo todo, y seguir adelante.