bookmate game
es

Sarah Maclean

  • Elena Herperje citiralaпре 2 године
    —Supongo que estás aquí para regodearte con mi desgracia —concluyó Nick—. Estoy seguro de que tienes cosas mejores que hacer. Todavía te mantiene entretenido tu esposa, ¿verdad?

    —Por supuesto —replicó Gabriel con una sonrisa—. Sin embargo, si he de ser sincero, ha sido ella quien me ha empujado a venir. El jueves ofrecerá una cena y, por supuesto, quiere que asistas. No desea que lord Nicholas se dedique a errar tristemente por las calles en busca de esposa.

    —Justo lo que hubiera hecho si no tuviera esa invitación —se burló Rock.
  • Elena Herperje citiralaпре 2 године
    —¡Podéis iros directamente al infierno!

    Su hermano bebió un sorbo.

    —Creo que podría ser mucho peor, ¿sabes? Ser considerado un buen partido no es algo malo, Nick. Puedo dar fe de que el matrimonio no es la prisión que en su día pensé que sería. De hecho, lo encuentro muy agradable.

    Nick se reclinó en la silla.

    —Callie te ha ablandado, Gabriel. ¿Ya no recuerdas lo que era tener cacareando a tu alrededor a las madres y sus empalagosas hijas?

    —Ni remotamente.

    —Eso es porque Callie fue la única dama dispuesta a aceptarte a pesar de tu trayectoria de decadencia y maldad —señaló Nick—. Mi reputación es bastante mejor que la tuya…por lo que me consideran mucho más valioso. ¡Que Dios me ayude!

    —El matrimonio podría ser bueno para ti.
  • Elena Herperje citiralaпре 2 године
    Desde su juventud había tenido inclinación por las mujeres necesitadas. Y mientras no se dio cuenta de que aquello resultaba un problema —que le produjo más desventuras que dichas—, no fue capaz de luchar contra esa debilidad. Así que ahora mantenía a las mujeres a distancia. Sus reglas eran claras: nada de amantes, nada de citas y, definitivamente, nada de esposas.
  • Elena Herperje citiralaпре 2 године
    —¿Qué te resulta tan divertido?

    —La idea de que mi hermano aceptara cobrar. No creo que le captes para tu causa con esa oferta, Leighton.

    El duque le miró con el ceño fruncido.

    —No sé si sabes, Ralston, que nunca has sido mi gemelo favorito.

    —Tranquilo, le ocurre a la mayoría de la gente —intervino Ralston—. Te aseguro que no me importa. Es más, confieso sentirme bastante sorprendido de que estés aquí, hablando con nosotros, dadas nuestras «patéticas existencias». ¿No es así como las denominabas?

    —Gabriel, basta —le interrumpió Nick
  • Elena Herperje citiralaпре 2 године
    —¿Debo recordarte las horribles criaturas que Minerva House nos ha revelado?

    Maridos violentos, tíos y hermanos fanáticos, hombres tan perdidos en el fondo de una botella que no eran capaces de dar de comer a sus hijos…Por no olvidar a mi querido padre, al que no le importó apostar todas las propiedades que poseía, e incluso a su propia hija, dejando sin reputación y sin dinero a su heredero. —Negó con la cabeza—. Si he aprendido una cosa en la vida, Lara, es que la mayoría de los hombres no valen la pena. Y los que la valen, no buscan esposa en los campos de Yorkshire ni se fijan en una solterona como yo.

    —No todos son malos —señaló Lara—. Debes admitir, Isabel, que las chicas que se alojan en Minerva House se han topado con la escoria de la humanidad. Quizá los hombres como ese —señaló la revista— sean diferentes.

    —A pesar de que lo dudo, te otorgaré el beneficio de la duda. No obstante, debemos ser honestas con nosotras mismas: no soy el tipo de mujer capaz de dar caza a nadie. Mucho menos a un caballero sobre el que escriben un artículo en una revista femenina ensalzando sus excepcionales cualidades.

    —Tonterías. Eres preciosa, inteligente e increíblemente competente. Y además, hermana de un conde. Todavía mejor, de un conde que aún no ha arrastrado su nombre por el lodo —aseguró Lara con énfasis—. Estoy segura de que este caballero tan elegible se enamoraría de ti al instante.

    —Sí, bueno, además estoy a casi trescientos kilómetros de Londres. Imagino que lord Pluscuamperfecto ya está siendo perseguido por una buena colección de afortunadas señoritas que no reciben su ejemplar a través de una suscripción por correo.

    —Quizá no sea él el elegido
  • Elena Herperje citiralaпре 2 године
    .

    —Milady, le pido disculpas. ¿Puedo presentarme? Soy lord Nicholas St. John.

    Ella se quedó paralizada ante sus palabras y le miró tan fijamente que él sintió el deseo de recolocarse la corbata.

    —¿Ha dicho St. John? —repitió ella, arrancando la mano de la suya.

    Había un indicio de reconocimiento en sus palabras y Nick hizo una pausa, sin saber cómo reaccionar.

    —Sí.

    —¿Lord Nicholas St. John?

    Ella le conocía.

    ¡Maldita revista!

    —Sí —respondió de nuevo con un poco de temor.
  • Elena Herperje citiralaпре 2 године
    —Milady, le pido disculpas. ¿Puedo presentarme? Soy lord Nicholas St. John.

    Ella se quedó paralizada ante sus palabras y le miró tan fijamente que él sintió el deseo de recolocarse la corbata.

    —¿Ha dicho St. John? —repitió ella, arrancando la mano de la suya.

    Había un indicio de reconocimiento en sus palabras y Nick hizo una pausa, sin saber cómo reaccionar.

    —Sí.

    —¿Lord Nicholas St. John?

    Ella le conocía.

    ¡Maldita revista!

    —Sí —respondió de nuevo con un poco de temor.
  • Elena Herperje citiralaпре 2 године
    —Milady, le pido disculpas. ¿Puedo presentarme? Soy lord Nicholas St. John.

    Ella se quedó paralizada ante sus palabras y le miró tan fijamente que él sintió el deseo de recolocarse la corbata.

    —¿Ha dicho St. John? —repitió ella, arrancando la mano de la suya.

    Había un indicio de reconocimiento en sus palabras y Nick hizo una pausa, sin saber cómo reaccionar.

    —Sí.

    —¿Lord Nicholas St. John?

    Ella le conocía.

    ¡Maldita revista!

    —Sí —respondió de nuevo con un poco de temor.
  • Elena Herperje citiralaпре 2 године
    —Milady, le pido disculpas. ¿Puedo presentarme? Soy lord Nicholas St. John.

    Ella se quedó paralizada ante sus palabras y le miró tan fijamente que él sintió el deseo de recolocarse la corbata.

    —¿Ha dicho St. John? —repitió ella, arrancando la mano de la suya.

    Había un indicio de reconocimiento en sus palabras y Nick hizo una pausa, sin saber cómo reaccionar.

    —Sí.

    —¿Lord Nicholas St. John?

    Ella le conocía.

    ¡Maldita revista!

    —Sí —respondió de nuevo con un poco de temor.
  • Elena Herperje citiralaпре 2 године
    —Milady, le pido disculpas. ¿Puedo presentarme? Soy lord Nicholas St. John.

    Ella se quedó paralizada ante sus palabras y le miró tan fijamente que él sintió el deseo de recolocarse la corbata.

    —¿Ha dicho St. John? —repitió ella, arrancando la mano de la suya.

    Había un indicio de reconocimiento en sus palabras y Nick hizo una pausa, sin saber cómo reaccionar.

    —Sí.

    —¿Lord Nicholas St. John?

    Ella le conocía.

    ¡Maldita revista!

    —Sí —respondió de nuevo con un poco de temor.
fb2epub
Prevucite i otpustite datoteke (ne više od 5 odjednom)