La tendencia a ver a los no-humanos como máquinas irreflexivas e incluso insensibles se basa en la objetivación y la deshumanización de otros humanos, y no al revés. Es racista suponer que algunos humanos son degenerados, parecidos a los simios, por ejemplo, no porque los simios realmente sean degenerados. La degeneración del simio es una proyección negativa, similar a la proyección de cualidades humanas positivas “hacia arriba” hacia una deidad. El concepto mismo de raza como una realidad dada ónticamente, como en el racismo antidarwinista del biólogo Louis Agassiz –algunas de sus categorías, por ejemplo “caucásico”, todavía adornan ciertos papeles–, es en sí mismo racista por esta misma razón: la idea de que existen “razas” ónticamente diferentes como si hubiera diferentes especies.