José Luis de Diego

en tanto son numerosos los poemas en los que es indudable que lo que allí se expresa no puede ser una experiencia real de quien lo escribe.

¿es necesario conocer y estudiar la totalidad de las obras que se inscriben en un género para poder dar cuenta de los rasgos que caracterizan a este género, o por el contrario la teoría puede establecer unos rasgos generales que sean válidos, aunque no den cuenta de la totalidad de las obras o no todas las obras respeten todos y cada uno de esos rasgos?;

El Romanticismo es también, por lo tanto, el momento histórico en el que el término “literatura” cobra autonomía como práctica discursiva específica, y comienza a entenderse tal como se entiende aún hoy: como un conjunto de textos que asociamos mucho más con la escritura que con la oralidad, que se distinguen de los escritos filosóficos, científicos o históricos

La idea de “autor”, entonces, ya no será la misma que en la Edad Media, cuando estaba signada por el respeto a las autoridades de la tradición antigua. Los románticos y particularmente los poetas extremarán estas ideas hasta concebir al artista como un “genio creador”,

la estética del genio y la defensa de lo original como valor llevaron a la reivindicación y la celebración del hibridismo, así como a la condena de los géneros puros,

El historicismo, en auge en el siglo XIX, sumado a la perspectiva positivista, da lugar a una corriente, la historia literaria, una vertiente de los estudios literarios más directamente vinculada al ámbito universitario,

A la idea romántica centrada en la originalidad de obras y autores, con sus particularidades excepcionales, estos autores opondrán, cada cual según desarrollos teóricos en los que no nos vamos a detener, un afán clasificatorio que procura organizar las manifestaciones literarias en vinculación con fenómenos sociológicos o históricos.

Los géneros mueren porque han sido desplazados por otros más fuertes, más vigorosos o en auge en determinada época

una concepción del arte en tanto que visión.

En consecuencia, la convención es producto y productor de lo literario. Portadores de una ideología y una estética, los géneros proporcionan un conjunto de dispositivos lingüísticos, semánticos, estructurales, verosímiles, ligados a dispositivos sociales, aunque nunca en una relación de equivalencia (2018: 23; el énfasis pertenece al original).