María Parr

Como de costumbre, Lena iba a ser la primera en probarla, así que se armó de valor y se encaramó al alféizar de la ventana

Lena cumplirá pronto nueve años, pero no es tan fuerte como los niños que le sacan algo de edad

Puñetas, Theo, esto ha sido culpa tuya —dijo al levantarse ilesa.
Pensé que culpa mía, culpa mía, tampoco había sido, pero no dije nada. Me alegraba de que estuviera viva, como de costumbre

Lena y yo vamos a la misma clase. Y ella es la única chica. Por suerte estábamos de vacaciones, de lo contrario la habría palmado en coma, como dice ella

Pero a lo hecho, pecho. Hace ya nueve años que me llamo Theobald Rodrik Danielsen Yttergård

Me habría quedado sin Lena. Y Lena es mi mejor amiga, a pesar de que es una chica. Nunca se lo he dicho a ella. No me atrevo a hacerlo porque no estoy seguro de que yo sea su mejor amigo

En la casita blanca a un lado, vive Lena con su madre. En esa casa no hay padre, aunque Lena piensa que, si despejaran un poco el sótano, les cabría uno perfectamente

En la gran casa naranja al otro lado del seto, vivo yo. Nosotros tenemos tres plantas además

mi madre, mi padre, Minda de catorce años, Magnus de trece, Theo de nueve y Caracola de tres. Y luego está el abuelo, que vive en el sótano.

Aunque ninguno de los dos viva en casa, se dejan caer por aquí, la verdad es que Lena viene tanto que ya casi es vecina de sí misma