Julio Ramón Ribeyro

  • Felipe de Jesús Martínez Garcíaje citiraoпре 5 месеци
    En San Gabriel había demasiado espacio para la pequeñez de mis reflejos urbanos.
  • Felipe de Jesús Martínez Garcíaje citiraoпре 5 месеци
    Me di cuenta de que ella no es­taba allí, que su cuerpo era solo un pretexto porque su co­razón latía a muchos años de distancia. La paz, la infinita calma de su semblante, la deshumanizaban, la volvían abs­tracta como una idea o una plegaria. Mis rodillas se doblaron y, de pronto, me encontré inclinado sobre su falda, la mirada impávida, como a la orilla de mi propia tumba.
  • Felipe de Jesús Martínez Garcíaje citiraoпре 5 месеци
    Yo quedé un rato contemplando por la rendija el ojo del delincuente. Era un ojo irritado y terrible que me llenó de estupor, porque me pareció que por él miraba, no una persona, sino una multitud de gente desesperada.
  • Felipe de Jesús Martínez Garcíaje citiraoпре 5 месеци
    Los incidentes anteriores habían dejado su larva y mi cora­zón comenzaba a pudrirse.
  • Felipe de Jesús Martínez Garcíaje citiraoпре 5 месеци
    soledad comenzaba a parecer­me como una enfermedad o un mal augurio. Me disponía a levantarme cuando vi a Leticia apoyada en una columna, a pocos pasos de mí. Sus apariciones eran siempre impre­vistas. Yo estaba seguro de que surgía del viento, que tenía un pacto con las cosas
  • Felipe de Jesús Martínez Garcíaje citiraoпре 5 месеци
    negro Reynaldo decía que los perros veían al diablo y que si nos untáramos los ojos con sus legañas nos moriríamos de espanto.
  • Leyla Leonje citiraoпре 12 дана
    incrustada en el pecho. Fue en ese momento cuando sentí una sensación extraña: la de es­tar recorriendo un camino ya conocido. Los parajes tenían para mí un lenguaje secreto. No podía prever ningún ac­cidente, ningún recodo del camino, pero una vez propuestos a mi vista los asumía con familiaridad y sentía la turbación de un reencuentro. Felipe se detuvo de súbito al lado de un albergue.

    —Bajemos —ordenó.

    Una india vieja salió a recibirnos, abrazó a Felipe con al­borozo y nos invitó a tomar chicha. Felipe secó su jarro y me hizo pasar a una habitación interior que parecía un cuarto para viajeros. Yo me preguntaba si estaríamos ya en la hacienda. Luego de mirar por la ventana, Felipe se volvió con pres­teza.

    —Aquí se albergaba mi padre cuando era comisario —dijo contemplando el camastro—. Una persona que nunca supimos quién
  • regenje citiraoпре 2 године
    A lo más, me limitaría a pintar rayas rojas en una pizarra negra,
  • Rafael Ramosje citiraoпре 7 месеци
    Al escribir mis cuentos en la pobreza o en la bonanza, en unas horas o en años de correcciones, en mi país o fuera de él, sólo he querido que ellos entretengan, enseñen o conmuevan. Y he querido, también, proporcionarme un placer: pues escribir, después de todo, no es otra cosa que inventar un autor a la medida de nuestro gusto.
  • Rafael Ramosje citiraoпре 7 месеци
    mi obra cuentística está agrupada bajo el rubro de La palabra del mudo. ¿Por qué este título? Porque en la mayoría de mis cuentos se expresan aquellos que en la vida están privados de la palabra. Los marginados, los olvidados, los condenados a una existencia sin sintonía y sin voz. Yo les he restituido este hálito negado y les he permitido modular sus anhelos, sus arrebatos y sus angustias.
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