Sus libros, los libros de su infancia. El vacío se llenó de significado. La guía ilustrada de la mitología griega; la Biblia para niños; La isla del tesoro; los Cuentos de Shakespeare de Charles y Mary Lamb, con la imagen de Ariel en la cubierta dorada; el Manual de famosos coches de carreras. Se esforzó en cerrar la puerta. Quería desesperadamente olvidar el modo de recordar. No podía. Las voces de los libros perdidos le hacían daño. Y con ellas la de un hombre cansado, que le leía antes de dormir, en un lugar demasiado seguro para haber existido jamás