Paula Brecciaroli

Lo cotidiano es la tragedia.
El miedo de estar
contando los días.

Pienso
que de esto
tampoco
vas a enterarte

Ahora cubro mi cara
para no recordar
quién fui

Nos alcanzaba
levantar una ceja
para completar
el código morse
del deseo.

Nos alcanzaba
levantar una ceja
para completar
el código morse
del deseo.

dónde,
en qué tierra
brotan
los poemas.
Y creo que esas macetas
vacías
que abandoné
se parecen a mí

Cabe en un puño
el pequeño motor
que todo el tiempo
se esfuerza
en seguir latiendo.
Fui
Soy
Seré
esta coraza que pide
que nada la resquebraje.

Nunca voy a saber
lo que se siente.
Abrir el cuerpo.
Parir tus hijos.

Me siento
con las piernas cruzadas
frente a esta caja
de palabras
buscando
la que brilla más.
Son tan poca cosa
mis palabras:
Anémona
Membrana
Planetas
Orbitar.
Aunque las ponga en orden,
el hilo que las enhebra,
no logra más que un nido
apurado
de palomas
que se desploma
con el primer viento.

Hay noches
como la de hoy
que están hechas con astillas
de tu imagen
en el sillón,
de esa mancha en la pared
que dejó tu cuerpo,
de ese rastro
imperceptible
de tu paso
por el tiempo.
Y ahí estoy yo
rodeada
de esos restos
intentando hacer
que la nada
signifique algo