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Debemos desarrollar nuestro potencial de escucha porque sólo así, al llegar el momento oportuno, seremos capaces de pronunciar las palabras adecuadas.

Estamos hechos para hablar, pero seríamos incapaces de pronunciar una sola palabra, si antes no la hubiéramos recibido.

La palabra escrita tiene poder, cura algún dolor, consolida algún sueño, deshace otros y lleva y trae la esperanza.

Toda lectura tiene, en cierto modo, un poder terapéutico. Una frase, una idea, una cita, una escena, puede despertar en nosotros sentimientos laten

La lectura nos provoca de alguna manera, apela a nuestro interior, te hace pensar, te hace sacar lo que llevas dentro.

como dice el escritor uruguayo Mario Benedetti, “yo no sé si Dios existe, pero si existe sé que no le va a molestar mi duda”.

“Cuando hayas terminado de aceptar que tus muertos se murieron, dejarás de llorarlos y los recuperaras en el recuerdo, para que te sigan acompañando con la alegría de todo lo vivido”.

Alguien dijo que en la vida no hay clases para principiantes: enseguida se le exige a uno lo más difícil, y es verdad.

Tener hijos es bellísimo, se descubre un mundo nuevo que de otro modo se habría perdido. Es extraordinario tener hijos, aunque siempre tienes el temor de no hacer lo suficiente, y a veces la duda de haberte equivocado. Un temor mitigado sólo por la certidumbre de tu coherencia, de una honestidad llevada hasta la obsesión, y por la conciencia de no haber traicionado nunca la alegría de ser madre. Es maravilloso seguir la vida de un hijo desde que nace y participar en su crecimiento, sintiéndose indispensables. Tomar parte en el más hermoso experimento que el mundo pueda ofrecer. Hacer de padre es bellísimo, llena de alegría, aunque la alegría no excluye la melancolía y tampoco el dolor.

Algunas veces me siento incómoda en el papel de madre; me siento inepta, me parece que educo de forma descuidada, que hablo poco, que dejo escapar en vano estos preciosos años y días de convivencia con mis hijos, ya tan mayores. Los miro y los encuentro amables y guapos y pienso en el vacío que dejarán en mi casa cuando se vayan. Los miro y me parecen aún indefensos y qui