Jane Jacobs

La vida es un fin en sí mismo, y la única cuestión es si merece la pena vivirla o si ya tienes más que suficiente.

Decía todavía algo más: «Hay una cualidad más malvada que la descarada fealdad o el desorden, y esta cualidad es la deshonesta máscara de un supuesto orden, conseguido mediante la ignorancia o la supresión del orden real, que lucha por existir y ser reconocido».

d.

Tercero, hacer que los parques, plazas y edificios públicos formen parte del tejido callejero;

Contrariamente, Jane Jacobs defiende un modelo de seguridad basado en la confianza en el vecindario, en el conocimiento mutuo. Donde la existencia de espacios de socialización y encuentro ayudan a la creación de vínculos entre las personas.

Actualmente, por el contrario, se impone un modelo de ciudad donde impera la anomia social, donde se prima el individualismo y es la «autoridad» la encargada de «mantener el orden».

Para Jacobs las cuestiones claves de la ciudad eran: la importancia de la relación de las personas con el espacio público; considerar y apreciar las redes creadas por los diversos usos; entender la manzana como la unidad básica de la ciudad; y la primacía de la calle como el aglutinador de la vida de los barrios.

cómo debe ser un espacio público para que la gente se sienta cómoda y sienta los espacios públicos como algo propio, no como algo que no pertenece a nadie.

Frente a la supremacía del coche, Jane Jacobs reivindica la importancia de las calles como lugares de relación.

como señalaron las urbanistas feministas de Canadá en los años 80, para que un espacio sea seguro es necesario que el individuo pueda ser visto y oído en él.

También las dinámicas de individualismo que se dan en los vecindarios se rompen por la práctica cotidiana y por ejemplo muchas mujeres cuidadoras acaban creando redes de apoyo mutuo y solidaridad en su vecindario para solventar los problemas que acarrea un débil Estado de bienestar.