La cuestión relevante del experimento mental del demonio de Laplace no es que una persona pudiera realmente tener tal información y realizar tales predicciones, en un sentido práctico, ni que debamos aspirar a ello. Es completamente imposible que ningún ser real pudiera conocer las posiciones y velocidades de cada átomo que se encierra en un grano de arena, cuánto menos en el universo entero. Pero el propio universo posee esta información, y las leyes de la mecánica clásica predicen que tal información se conserva a lo largo del tiempo.