Jennifer Armentrout

Eres tan condenadamente bella —susurró, su voz ronca—. Y tan condenadamente inesperada.

diaba aquellas marcas y estaba deseando que se desvanecieran por completo. Cada vez que las veía, recordaba el dolor que me había provocado el ónice al entrar en contacto con mi cuerpo. Ya me había resultado bastante difícil explicarle a mi madre por qué tenía la voz destrozada,

Por vez primera, algo más aparte de un arrogante desdén asomó a sus ojos cristalinos. Se trataba de dolor: la clase de sufrimiento que yo conocía bien. Tenía la misma expresión de angustia y desesperación que yo después de que mi padre muriera de cáncer

Casi pongo los ojos en blanco, pero eso habría requerido apartarlos de su pecho… y su estómago.

Siento como si tuviera que marcar mi territorio.

asintió y me besó en los labios. Fue un beso dulce y suave, y lo sentí en todo mi ser.

cuando me besó a la altura de la garganta, fue perfecto.

Me acurruqué contra él hasta que prácticamente nos fundimos.

. Me apreté las rodillas hasta clavarme los dedos a través de la fina tela y dejé escapar un suspiro.

el titanio era lo único que los mataba. Llamado así en honor a los Titanes. El metal precioso era venenoso para los adictos al éter.