Uno de los filósofos más importantes que trabajó esta idea fue Empédocles de Agrigento (483-423 a.C.), que habló de cuatro “raíces” o elementos a las cuales se reducía toda composición del Universo. El movimiento y la combinación de estos elementos estaba regida por una fuerza unidora (“amor”) u opositora (“pugna”), lo cual explicaba distintos cambios y estadios en la materia. Esta concepción prevaleció incluso hasta la filosofía medieval, por lo cual no es de extrañarse que haya sido adoptada por las disciplinas esotéricas para clasificar algunos de sus conceptos.