Al principio de sus misiones, todos echan de menos a sus familias, en tan gran medida, a veces, que la añoranza parece roerlos por dentro y vaciarles las entrañas. Ahora, por necesidad, han terminado entendiendo que su familia no es otra que la que tienen aquí, estas personas que saben las mismas cosas que ellos y ven las mismas cosas que ellos, con quienes no necesitan palabras para explicarse. Cuando regresen, ¿cómo conseguirán contar lo que les ha ocurrido, aunque solo sea superficialmente? ¿Cómo contar en qué y en quiénes se convirtieron? No quieren otra vista que la que les ofrece la ventana, con los paneles solares, que van ahusándose en el vacío