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Por otro lado –prosiguió, su voz tierna y baja–, si decides rechazarlo…
Cath parpadeó para contener la humedad de sus ojos.
–Entonces espero que no te ofenda si… –Jest vaciló apenas un instante. Había una nueva tensión en sus hombros, una inesperada inseguridad en la expresión de sus cejas– pasara a verte. O… a tu padre.
–Mi padre –susurró.
–¿Crees… que hay alguna esperanza de que tomara en consideración mi solicitud para cortejarte? Con todas las buenas intenciones que un pobre joker como yo pudiera tener.
Cath parpadeó para contener la humedad de sus ojos.
–Entonces espero que no te ofenda si… –Jest vaciló apenas un instante. Había una nueva tensión en sus hombros, una inesperada inseguridad en la expresión de sus cejas– pasara a verte. O… a tu padre.
–Mi padre –susurró.
–¿Crees… que hay alguna esperanza de que tomara en consideración mi solicitud para cortejarte? Con todas las buenas intenciones que un pobre joker como yo pudiera tener.
–Tienes mi corazón, Jest. No sé si lo mereces o no. No me doy cuenta de si eres un héroe o un villano, pero no parece importar. Como sea, mi corazón te pertenece.
Pero Cath y Mary Ann habían estado soñando tanto tiempo con ello que a veces la joven se olvidaba de que aún no era real.
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