—¿Y qué hay de ti? —pregunté—. ¿Qué quieres hacer cuando todo esto acabe?
—¿En serio? —Cuando asentí con la cabeza, él bajó la suya y me dio un beso rápido en la punta de la nariz—. No puedo creer que tengas que preguntármelo. Planeo estar donde quiera que estés tú.