No sé si les pase, pero luego a mí se me antojan historias que me hagan sentir en otoño, día de muertos, brujas, camposantos, vampiros, lluvia, neblina y frío. Y esta novela tiene todo eso. Disfruté mucho más la primera parte que la segunda pero ahh cuando llegué al final... incluso tuve que leerlo dos veces, dije: ¿sí estoy entendiendo? Fantástica la mística de la vampiresa, todo el tiempo escuchaba a Florence Welch como si fuera banda sonora. De por sí ya tenía ganas de ir a Argentina y visitar la Recoleta, pos ‘ora más.
La novela de Marina Yuszczuk empieza en un cementerio
Luego nos cuenta la historia de una particular inmigrante europea que llega al Río de la Plata. Al embarcar en el puerto de Bremen, se desprende de sus más preciados recuerdos, al tiempo que reflexiona:
"entonces ya no tuve nada"
Yo digo que así es. Hay un momento en el que nuestra vida se termina, y que solo nos queda ir a por lo que queda de ella. Habitamos una cáscara vacía, ya no tenemos nada, solamente un corazón que late hasta sabe Dios cuándo
Es difícil poner los sentimientos en palabras: en general, todos esperan que las palabras coincidan con los sentimientos, palabras tristes para la tristeza y así.
Pero las palabras, como las penas, de afuera son todas iguales: lo que cambia es lo que las provoca, sus causas.
Por eso, tal vez, Marina dice en un momento:
"Tengo una pena. A veces no se puede decir una pena, se puede sentirla. Pero que no se la diga no quiere decir que la pena no esté".
Aunque reconoce no poder dejar de escribir poemas quejosos, a veces resultan muy divertidas sus apreciaciones. Por caso:
"la ropa parece mojada cuando uno la toca,
si se apoyan los labios
se puede distinguir la verdad
es igual que besarla, pero no
no tengo tanto amor por la ropa como para besarla"
En resumen, una lectura muy recomendable.