“La relación entre Virginia Woolf y la excentricidad era peculiar. "Desde el primer momento se vio que ella era incalculable, excéntrica y propensa a los accidentes", señala su sobrino, el historiador de arte Quentin Bell.”
Nos ha tocado una época muy afortunada, ser testigos del esplendor de las mujeres que no aceptan quedarse en el molde, si no estás de acuerdo con esta afirmación, pasa de largo, no voy a imponer mis dogmas, pero tampoco voy a aceptar los dogmas prehistóricos, yo me quedo con esas mujeres que, como mi madre y esposa, fueron tildadas de locas, histéricas y trastornadas, pero ellas, valiosas y hechas a su manera, persistieron y salieron adelante, tal como lo definió Woolf, las excéntricas, “inventan una categoría propia. Amplían las opciones al alcance de las demás”.
No voy a educar ni a hablar con una voz que no me corresponde, pero si te voy a sugerir que leas a Virginia, que intentes entenderla cuestionando tus paradigmas, Renata Prati dice en su análisis que “La negatividad de la locura no se revierte sin más en una excentricidad positiva y ligera. Ser excéntrica, estar fuera del centro, también es estar en los márgenes, quedarse afuera; esa tensión no se resuelve. La reivindicación de la excentricidad no es en Woolf una romanización de la locura.”
Es un libro excéntrico, cuestionable y debatible, los textos que lo componen llevan la firma de Woolf a sus ensayos, reseñas, partes de cartas y fragmentos de su diario, es un libro que lleva su nombre pero que ella jamás escribió ¡Hasta en eso es excéntrico! Yo no sabía que necesitaba un nuevo libro de Virginia, hasta que lo leí y me entusiasmé con Woolf otra vez.
Virgina, como siempre, da en el blanco. Quizá me hubiese demorado menos con el libro en físico, pero creo que también lo que hizo que mi lectura no sea tan fluida fue, en el fondo, que los contextos de las discusiones de los feminismos de "ahora" han cambiado mucho. No creo que los temas de Tres Guineas (las guerras, el facismo, el patriarcado, la misoginia, el empobrecimiento a las mujeres) estén caducos, pero ciertamente ahora hay distintos matices que muchas voces han sumado y colocado a esas discusiones. Ahora podríamos leer Tres Guineas como un ensayo feminista y que aporta fuentes históricas de la vida cotidiana y de la misoginia en la Inglaterra de entre siglos XIX-XX.