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¿qué diferencias y relaciones existen entre las autolesiones, las ideas de muerte, los intentos de suicidio y otras autoagresiones en la adolescencia?

, por ejemplo, el descuido resultante de oponer igualdad a diferencia, dejando para esta última palabra una connotación de negatividad que, como fatal desenlace, nadie podrá quitarse jamás de encima,

O, por ejemplo, el descuido resultante de oponer igualdad a diferencia, dejando para esta última palabra una connotación de negatividad que, como fatal desenlace, nadie podrá quitarse jamás de encima,

Pues todo encuentro con otro resulta una bisagra en la vida: verdades o formas de presencia que asombran, conmueven y modifican la vida convencional de la que cada uno y cada una es capaz. Así, el amor, las amistades y los libros, en éste o cualquier otro orden, han jugado un papel esencial: ofrecen aquellas vidas que no hemos podido ni podremos vivir; nos conducen a tientas hacia lugares que no conocíamos y nos conceden la ilusión de un tiempo del que no disponemos.

una “madre suficientemente buena”, que permita el despliegue de un espacio transicional

Siguiendo esta línea, podríamos decir que el psicoanalista, cuando trabaja con niños, pone en juego : 1) su capacidad lúdica (como despliegue de un espacio transicional), 2) su capacidad para ofrecerse al otro como un “objeto maleable” (flexible y seguro simultáneamente), 3) su conexión empática y de “reverie”, 4) su capacidad de contención y sostén, 5) su posibilidad de permitir la fusión y la diferenciación, 6) su disponibilidad creativa

que no responda en espejo a la actividad del niño sino que soporte su despliegue, devolviéndole de un modo diferente lo que el niño trae.

Considero que el único modo de psicoanalizar a un niño es estar dispuesto a “descender a los infiernos”, a enfrentarse a los terrores, y esto en conexión con las huellas de la propia infancia. Para lo cual hay que permitir el despliegue, en el niño y en uno mismo, de aquello que fue desestimado, desmentido, reprimido…

Como psicoanalistas, debemos partir de la idea de que el otro es, fundamentalmente, un sujeto que podrá evocar en nosotros sentimientos, historias pasadas, personajes de nuestra vida, pero que, ante todo, es un semejante diferente, alguien que nos habla, como puede, de su sufrimiento. Y que, por más que nos recuerde a otros pacientes, a otras consultas, será siempre alguien diferente y habrá nuevas historias a develar, a explorar…

Pero sí estamos interesados en que nuestro trabajo opere modificaciones en las repeticiones que llevan a un sufrimiento reiterado.