En la calle los forenses apenas se desperezaban con café, insensibles ante la mancha de vísceras y sangre desparramada en el pavimento. Uno de ellos se esforzaba por dibujar una silueta que pareciera, aunque fuera remotamente, un cuerpo. Entrar al lugar fue como pasar por la frontera.
—Agente investigador Nepomuceno Castilla —le repetí tres veces al guardia antes de que finalmente lo escribiera bien.