Stephanie Matthews-Simonton

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Alejandroje citiraoпрошле године
Un libro, un simple libro, puede también ser algo de lo que podemos aprender, algo que nos puede servir para contemplar un milagro más, algo que puede producir cambios profundos. Se trata, una vez más, de vivir en el corazón, y de observar, entonces, qué pasa.

EDUARDO ROSELLÓ TOCA
Alejandroje citiraoпрошле године
lo primero que hicimos fue investigar todas las posibilidades, explorando diversas técnicas psicológicas, como grupos de encuentro, terapia de grupo, meditación, visualización, pensamiento positivo, técnicas motivacionales, cursos de desarrollo mental y las técnicas de retroalimentación biológica o biofeedback.*
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le dijo al hombre que debía sentarse tres veces al día, de cinco a quince minutos cada vez –por la mañana al levantarse, a mediodía después de la comida y por la noche antes de acostarse– y durante estos periodos debía concentrarse en los músculos de su cuerpo, comenzando por la cabeza y descendiendo lentamente hasta los pies, diciéndole a cada grupo muscular que se relajara. Luego, ya en un estado más relajado, debía representarse a sí mismo en un lugar agradable y tranquilo: sentado bajo un árbol, a la orilla de un arroyo, o en cualquier lugar que a él le apeteciera imaginar, con tal de que fuera agradable. Después de esto, debía imaginar vívidamente su cáncer de cualquier forma que se le ocurriera.

A continuación, Carl le pidió que hiciera una representación mental de su tratamiento, radioterapia, como si consistiera en millones de minúsculos proyectiles de energía que golpeaban a todas las células, tanto a las normales como a las cancerosas. Como las células cancerosas eran más débiles y más desorganizadas que las sanas, no podrían reparar el daño de los impactos, sugirió Carl, de modo que las normales permanecerían saludables mientras que las cancerosas morirían.

A continuación, Carl pidió al paciente que hiciera una representación mental del último y más importante paso: los leucocitos de su sangre que llegaban, caían sobre las células cancerosas, se llevaban a las muertas y a las moribundas y las eliminaban del cuerpo a través del hígado y los riñones. En su pantalla mental tenía que visualizar el cáncer disminuyendo de tamaño y la salud que volvía a la normalidad. Cuando completara este ejercicio, podía dedicarse a sus actividades cotidianas durante el resto del día.

Lo que sucedió superó cualquiera de las anteriores experiencias que Carl había tenido al tratar a pacientes de cáncer solo con intervención física. La radioterapia funcionó excepcionalmente bien, y el hombre no mostró casi ninguna reacción negativa secundaria a la radiación, ni en la piel ni en las mucosas de la boca y la garganta. Mediado el tratamiento, podía comer de nuevo. Ganó peso y fuerza física. El cáncer desapareció progresivamente.
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