Ricardo Vinós

leer y escribir son una forma de rezar

—Es el llamado de la antigua sangre a la antigua tierra

la expresión de añorar algo oculto.

el gran pecador será un asceta, lo mismo que el gran santo

Siempre vivía en el centro del círculo —su propio círculo— y la excentricidad era para él una cosa absolutamente aborrecible. La convención lo regía en cuerpo, mente y alma. Conocer un pensamiento desordenado o una emoción inusitada lo perturbaba tanto como ver un cuadro chueco en la pared o el cuello de la camisa de un hombre saliendo del abrigo. La excentricidad era síntoma de una enfermedad.

Quizá no se hubiera detenido más que estos pocos segundos, sin embargo, de no haber sido porque la multitud lo tuvo por un momento prisionero en un punto exactamente enfrente de la tienda, donde su cabeza, además, quedaba exactamente a la misma altura que la jaula colgada. Así, se vio necesa­riamente obligado a esperar y observar y escuchar; y, mientras lo hacía, el canto arrobado y suplicante del pájaro afectó l

Si quiere implicar que fue la maldición del vudú, sólo puedo decirle que en estos momentos hay un bicho en la ciudad causando daños estomacales, y los síntomas de Trey Torrance fueron consecuentes con los demás casos que me ha tocado tratar, aunque tal vez lo de él fuera más violento y serio

garganta de Werner Pale.

Salió sangre a chorros por la yugular perforada. La boca del hombre, llena de cicatrices, se abrió en un grito silencioso formando una O, pero casi de inmediato el único ojo vidente se le empezó a vidriar

por un milagro. Cuando se volvió a mirar a las mujeres, el rostro de la criatura se convirtió en una máscara de terror y furia. De pronto se lanzó hacia delante, con la voz estallando en balbuceos.
—¡Te

Lady Masuda estaba muy pálida, pero devoraba al niño con los ojos.
—Oh, me siento tan feliz de que esté vivo —gritó—. ¿Cómo logró encontrarlo