Violeta Boyd

hasta que preguntó lo que yo y muchos preguntaríamos:

—¿Cuál es la clave de su Internet?

Creo que algunos tenemos la habilidad de fijarnos en las personas menos indicadas.

Ya lo digo yo. El amor es como una función de fuegos artificiales. Comienza con un sentimiento de ansiedad que te hace querer apreciarlos, te dan curiosidad. Se dispara de forma impredecible, sube y estalla.

Hubiese deseado fotografiarlas todas, tenerlas para siempre, pues la memoria humana a veces es vaga e impredecible.

Perder a un conocido se siente mal, perder a un ser querido se siente horrible. Tantos recuerdos, tantas charlas, tantas vivencias... H

—La locura es parte de todo ser humano, pero hay que saber domarla.

Al abrirlos, me di cuenta de lo ridícula que me veía deseando algo que no llegaría.

jo las sábanas. Como un fantasma, busqué entre mis cosas algún corrector de ojeras y ¡no había nada! Opté por hacer el ridículo de todas formas; me coloqué unos lentes de sol.

Con toda la personalidad que un McFly puede tener, bajé las escaleras y me dirigí a la cocina, donde mamá y los Frederick estaban ya sentados. Los dos puestos vacíos eran de papá y Felix, que todavía no habían llegado.

Nunca fui supersticiosa, todo lo contrario, pero bastó esa maravillosa coincidencia para que creyera en las tretas del inminente destino que se avecinaba.

El amor es como una función de fuegos artificiales. Comienza con un sentimiento de ansiedad que te hace querer apreciarlos, te dan curiosidad. Se dispara de forma impredecible, sube y estalla. Enseña sus formas y colores, te transmite una inquietud casi adictiva, luego, se va apagando lentamente