María Del Valle Castillo

Tengo el blues de la mañana y tres relojes que se atrasan,

tengo un disfraz pero no es carnaval y esta locura que no puedo parar. Todos se piensan que estoy triste desde que tú te fuiste de casa y me preguntan qué te pasa y y

hay muchos caminos por recorrer y no todos llevan a Roma.

Si no sabes el camino hay que fijarse en las señales

Creo que nunca he hecho algo imperdonable y tampoco lo que me ha tocado perdonar a otros lo era. Si alguna vez lo llegué a considerar así, quizá ahora me resultaría más útil pensar qué es lo que me une a las personas que quiero, en vez de buscar lo que nos separa.

unca es tarde para conseguir una infancia feliz

Las heridas de la niñez o los errores que mis padres hayan cometido no fueron en contra mía, si acaso contra ellos mismos; eran producto de los sufrimientos que arrastraban, de los monstruos contra los que habían luchado a lo largo de su vida, haciéndolo a veces mejor y otras con recaídas. Ni modo, ¿quién en su juventud no dejó su cuerpo abrasar? A todos de alguna manera nos han incendiado las brasas de las pasiones, los errores, la inexperiencia, los dolores y los sufrimientos: los propios y los ajenos, las memorias heredadas, las impuestas por los que nos antecedieron y las que nosotros mismos nos hemos impuesto.

Ahora sé que la vida es a cara o cruz y que hay que vivir solo por hoy porque nada está escrito y cada segundo sucede únicamente una vez. Si te fijas bien, el recuerdo suele mentir, es un sujeto mentiroso y entristecedor, así que más vale que nos quedemos aquí en el presente y proyectemos por si acaso un futuro.

n medio de toda esa complicidad descubro un mecanismo universal de apropiación, la manera de crear pertenencia en un grupo: cuando terminas algo que has empezado con buen pie, cuando estás orgulloso de lo que has hecho, cuando ese algo te hace sentir mejor contigo mismo, se llama… autoestima.

ice Rubén Blades que las deudas que hay que pagar siempre son las del alma —