Patricia Moraga

agresividad es la marca en el registro imaginario de la pulsión de muerte

cuando los prejuicios del analista (es decir, su contratransferencia, término cuyo empleo correcto en nuestra opinión no podría extenderse más allá de las razones dialécticas del error) lo han extraviado en su intervención, paga inmediatamente su precio mediante una transferencia negativa.

esa razón, Lacan invertirá la perspectiva diciendo que la resistencia es del analista, una resistencia al inconsciente del paciente

Si el sujeto entra en la experiencia como falta en ser, el analista entra en tanto ser, en tanto objeto agalmático, portando algo de lo que el analizante está privado. Este ser del analista justifica el odio; Lacan nos dice que el odio se dirige al ser, mientras que el amor se dirige a la imagen.

transferencia significa que el Otro tiene algo que a uno le interesa, y esto puede despertar todos los sentimientos del mundo: amor, envidia, odio, deseo de robar, etc

Para mostrar cómo la imagen del otro genera celos,

Frente a tal rivalidad mortífera, lo simbólico pone orden en esa estructura general del sujeto resumible en la fórmula: el otro es insoportable. El problema es, pues, cómo hacer del otro un otro soportable. La relación con el semejante siempre bascula. Cuando el otro no nos devuelve la imagen ideal, deviene amenazante, malo.

Según Freud, la pulsión no odia ni ama, sino que se satisface, y el odio es anterior al amor. La satisfacción pulsional puede ser objeto de odio, de rechazo, cuando el sujeto lo experimenta como goce Otro

Aquí podemos agrupar una serie de fenómenos tales como el odio a lo más querido y a lo más próximo, la violencia ejercida contra los hijos, las mujeres o los enfermos.

Hay diversos retornos de la pulsión en el sujeto. La melancolía es una estructura de la relación con el Otro (del goce) que el sujeto no reconoce: «Eres esto que no quieres reconocer, y es por eso que te odias en el objeto»