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La soledad hería el horizonte
para extenderse más ilimitada.
para extenderse más ilimitada.
Recuerdo el pájaro atareado
y la faena de la araña
y el cielo diminuto que cabía
en mis pestañas.
y la faena de la araña
y el cielo diminuto que cabía
en mis pestañas.
Y gracias a una tierna hechicería
la noche prodigaba su consuelo
con tanta caridad que uno veía
las estrellas tiradas en el suelo.
la noche prodigaba su consuelo
con tanta caridad que uno veía
las estrellas tiradas en el suelo.
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