Meditaciones de Marco Aurelio

De mi preceptor, (..) el contentarme con poco, el servirme a mí mismo, el no implicarme en los asuntos ajenos y no dar oídos a los chismosos»

El mal no reside en lo que nos sucede sino en nuestra incapacidad para soportarlo con entereza. Aquí está nuestra fortuna (IV.49) y nuestra humanidad. Los males son sólo aparentes, relativos a nuestra percepción, pues el mal absoluto, metafísico, no existe, no tiene

reflexión libre de pasiones. El emperador vivió con angustia la difícil conjugación de ambos mundos, entre la vida del amante de la sabiduría y la del gobernante, robando al sueño horas para su mayor placer: la lectura.

comprender perfectamente cuál suele ser la envidia, la astucia y la hipocresía propias de un tirano»

El romano cultivado (y mucho más si su futuro era lo público), debía demostrar destreza en el manejo de la gramática y la oratoria.

entrega de la toga virilis que le reconoce mayoría de edad

en la comida y estar lejos de hacer una vida opulenta»

redactó sus Meditaciones, una obra de exquisita introspección y espiritualidad, en el fragor de las campañas contra los marcomanos en el frente norte del Imperio.

debes tener pronta la reflexión de que no es propio de un hombre el enojarse; ante

Los cielos del mundo